Nací en la década de los 80's, en esa época no habían, o no estaban tan desarrollados los medios de entretenimiento con los cuales contamos en la actualidad (como el internet por ejemplo, que según mi opinión es la principal herramienta utilizada como medio de distracción cotidiana). En aquel entonces, la mejor diversión para los niños era jugar una partida de "pelotica de goma" "la ere", "el escondite" con los amigos del barrio o del colegio, entre otras prácticas deportivas a las cuales nunca fui adepto.
Solía refugiarme en la música (como fan, no como músico), al igual que en la lectura, debido a que mi padre siempre contó con una basta biblioteca, en la cual encontraba refugio en los ratos libres. En esa misma línea de escape, me topé un día cualquiera con las tiras cómicas que solían venir al final de la prensa, cada domingo mi abuelo y mis tíos compraban el periódico y era entonces cuando disfrutaba de dichas tiras cómicas como El Fantasma, Trucutú, entre otras.
En esos años se despertó en mí el gusto hacia ese estilo de literatura, hasta que un día cualquiera al salir del colegio, en el quiosco ubicado en la parada del autobús vi algo que calaría en mi vida hasta el día de hoy; una especie de revista, no más grande de lo que se conoce como un suplemento, colorida, con ilustraciones en su portada de un personaje vestido con un curioso traje azul y rojo, con un título por demás llamativo El Asombroso Hombre Araña. El personaje llamó mi atención, quería descubrir el contenido de aquella revista ¿Quién era ese sujeto que parecía enfrentar a otro, igual de colorido e intrigante? ¿Qué era eso?
Aquel día rogué a mis padres que me dieran dinero para adquirir esa revista y, al final de la jornada de la escuela del día siguiente fui desesperadamente al quiosco -Señor, ¿cuánto cuesta esa revista? (pregunté entusiasmado). Pagué por ella, y al abrirla descubrí un mundo totalmente nuevo para mí, era excitante ¡Simplemente Espectacular! Leer las líneas de los personajes en aquellas nubecitas y ver esas ilustraciones como en las tiras cómicas de cada domingo en toda una revista era maravilloso.
Para un niño de 7 u 8 años al que no le gustaba jugar como a los otros de su edad, para ese niño que se refugiaba en los discos o en los libros de su padre, fue una de las mejores cosas que pudo atesorar de su infancia. En los días, meses y años siguientes siguió ese fanatismo por lo que hoy se conoce como comics, que en su momento para mí eran historietas.
Tristemente y como muchas otras cosas, eso se perdió, aquel niño fue un día al quiosco y vio que ya no estaban a la venta, se habían terminado, ya no habían más, solo quedaban los ejemplares que ya tenía, los cuales nunca fueron de gran valor ya que siempre había otro, siempre estarían en la parada del autobús al terminar la escuela. Pero no, ya no estarían más, esa era la verdad, ya no habían historietas. Hoy me arrepiento de no haber sido más cuidadoso con ellas, al haberlas dejado tiradas por ahí y no darles su verdadero valor.
En los 90's la radio y la televisión eran mi principal fuente de entretenimiento, todo aquello se olvidó, esa cultura sana y aquellas tardes en las que me sumergía en el universo de estos "personajes asombrosos" habían terminado. Aquellos superhéroes ya estaban en la pantalla animada, con las mismas historias que había leído de niño, las mismas aventuras ¡Fascinante! De tal manera que no hubo desligue de ese mundo.
Con la llegada del internet retomé la lectura y fui creando un mayor criterio del mundo del comic, así como de novelas gráficas y manga. Gracias a esto me he convertido en un coleccionista de figuras de Marvel Comic y DC Comics y fan de la cultura geek.
Muchos años después, con montones de vivencias y casi 4 décadas de vida, siga atesorando aquellos días en los cuales simplemente iba al quiosco a comprar mis historietas, añoro hacerlo hoy más que nunca, sin embargo, me valgo como muchos otros, de la ventaja de tenerlos en formato digital y poder disfrutar de ellos en cualquier PC o dispositivo móvil.
Josep Arreaza
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